NRO 2

Crónica del Colibri: SEMANA 2
LA ESPERA
A dos semanas del vuelo

Faltan dos semanas y ya estoy peinando mis alas. No lo digo en sentido figurado: realmente me preparo. Las limpio, las ordeno, las dejo listas como quien se pone su mejor ropa para esperar esta fiesta en Paraguay. Desde hace días, mi cuerpo entero se mueve en una sola dirección: hacia la Bienal de la Oralidad. Cada pensamiento tiene su vuelo, cada pausa en medio del aire está orientada a ese encuentro.

Voy revisando el calendario como si fuera una flor distinta en cada día. Me detengo en las fechas, las marco en mi mente, las sobrevuelo con cuidado. Me lleno de ansiedad, pero no de la que hace mal, sino de esa que se parece a una emoción muy grande que no sabe dónde meterse. Me descubro deshojando margaritas invisibles mientras pienso: ya llega, no llega, ya llega… Y aunque el juego es viejo, no puedo evitarlo, y no sé si soy un colibrí con nervios o un jardín que se está abriendo mariposas en el estómago.

Cronista en pleno vuelo

Me imagino que cada persona llegará con una valija distinta, las que traen sueños, historias, lenguas, canciones, silencios largos y palabras que estuvieron esperando salir. Imagino que alguien traerá un cuento nacido al borde del río. Otro vendrá con versos que nacieron en la ciudad. Alguien cruzará cerros para contar lo que su abuela le narraba al pie del fuego. Y entre todas esas valijas habrá también esperanza. No la que espera sentada, sino la que arde como un globo aerostático y nos eleva apenas la encendemos.

Sé que detrás de esta Bienal hay muchas personas trabajando. Artesanas de la palabra, gestoras, artistas, gente que sabe que los encuentros no se improvisan. Que para que las palabras florezcan, primero hay que sembrar tiempo, energía y mucho corazón. Y eso están haciendo. Desde aquí, desde cada rincón donde se está gestando este sueño, hay una red que se mueve y crece.

Yo canalizo la espera así, escribiendo. Necesito traducir esta emoción que me llena el cuerpo. Esta necesidad de estar ahí, de escuchar, de decir, de compartir. De dejarme llevar por las voces como quien se deja llevar por el viento. No falta tanto. Ya casi. Estoy contando los días. Mis alas ya están listas.

Soy un colibrí que no puede parar de moverse. Uno que bebe del elixir de las palabras antes de que lleguen. Y que ya se siente parte de esta historia que estamos por vivir.

Mainumby, cronista en pleno vuelo

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