Crónica del Colibri: SEMANA 3
LA CUENTA REGRESIVA
Hay un temblor leve que antecede a la tormenta de emociones. Comenzó la cuenta regresiva. Dos semanas. Nada más. Dos pequeños tramos de luna y sol separan este instante de lo que será un acontecimiento fantástico: el encuentro de voces, cuentos y culturas en mi tierra guaraní. Siento en mis alas el perfume dulce de la flor del tajy, violetas, cosmos, margaritas, clavelinas, caléndulas, kalanchoe, geranios y lavanda que se vestirán de julio, y también esperan este momento.
Me contó un pajarito que los cuenteros del mundo ya están cerrando sus maletas. Cada uno, cada una, ya cargó la semilla de su universo para sembrar en este suelo rojo y fértil. Y yo, que vuelo bajo y veloz, seré testigo y mensajero de cada palabra que brote.
El mundo para mí se vuelve un mapa de voces que se extienden desde el corazón. Yo me dejo llevar. Conoceré nuevos colores, sabores en un solo lenguaje.
Ñañohendu, que acariciará los oídos atentos del que sabe oír más allá del ruido. Esta primera Bienal Internacional de Oralidad es la cosecha de una fiesta sembrada.
Pequeño guardián del asombro y mensajero del viento que cuenta
Uy, qué nervios. Me brillan las plumas de emoción. No por miedo, sino porque la belleza también asusta un poco cuando se aproxima. ¿Y si no puedo contener tanta maravilla? ¿Y si al contarla me falta el aire? Pero no importa. Volaré igual. Porque este es mi tiempo. El tiempo de llevar noticias buenas, de anunciar que algo profundo y amoroso está por acontecer.
Así soy yo, portador del polen de la palabra. Ya no hay marcha atrás. Y así como se abrirán otras flores, la flor del cuento también está por abrirse. Y yo estaré ahí, bebiendo cada gota del néctar de este evento. Porque en esta tierra —mi tierra— la magia se celebra narrando. Y volar es otra forma de escuchar.
El colibrí
Pequeño guardián del asombro y mensajero del viento que cuenta